“Cuando dejar de exigirse se vuelve un acto de salud”
- Zera psicologia
- 10 oct
- 2 Min. de lectura
Hablar de salud mental no debería reducirse a hablar de normas, diagnósticos o etiquetas. Tampoco a decir qué está bien o qué está mal sentir. La salud mental va mucho más allá de hacer “lo correcto”; tiene que ver con aprender a vivir, a sostenerse en medio de la contradicción, a reconciliarse con lo imperfecto que somos.
Durante mucho tiempo se nos enseñó que estar bien era no sentir dolor, no dudar, no fallar. Sin embargo, la vida real no funciona así. Todos transitamos por etapas en las que la tristeza, el enojo o el vacío nos visitan. Pretender una mente “positiva” en todo momento es tan irreal como negarse a respirar cuando el aire no es puro. Aprender a vivir implica aceptar la gama completa de nuestras emociones, sin juzgarlas, sin intentar controlarlas todo el tiempo.
La verdadera salud mental no se mide por cuán “correctos” son nuestros pensamientos o comportamientos, sino por nuestra capacidad de ser conscientes, honestos y compasivos con lo que somos. Significa darnos permiso para equivocarnos, para cambiar, para no saber qué hacer y aún así seguir avanzando. Es elegir la autenticidad sobre la apariencia.
Desde esta mirada, sanar no siempre se siente bien. A veces sanar duele, confunde, cansa. Pero también libera. Porque aprender a vivir no es lograr una versión perfecta de uno mismo, sino reconciliarse con la historia, con las sombras y con los límites. La mente sana no es la que nunca se quiebra, sino la que se permite volver a armarse con más conciencia.
La salud mental no es una meta, es un camino. Y en ese camino, más que hacerlo todo “correcto”, se trata de aprender a vivir con sentido, con presencia y con humanidad.
Por ZERA psicología y Psicosentir y Actuar.





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