El sufrimiento que no se ve...
- Zera psicologia
- 9 sept
- 1 Min. de lectura

Hablar de ideas suicidas exige delicadeza: no se trata sólo de síntomas ni de estadísticas, sino de experiencias humanas que duelen hasta borrar los contornos del yo.
Quien piensa en quitarse la vida no actúa movido por frialdad sino por una necesidad desesperada de poner fin a un dolor que parece insostenible. Ese sufrimiento se manifiesta en múltiples planos, emocional, cognitivo, corporal y social, y merece ser escuchado en su complejidad.
Las ideas suicidas suelen nacer en medio de una tormenta interna donde la esperanza parece haberse apagado. Se experimenta una mezcla de vacío, desconexión y un agotamiento que invade todos los aspectos de la existencia. A veces es la sensación de no encajar, de no tener identidad, de sentir que uno estorba o que su presencia no hace la diferencia. Otras veces es la carga de situaciones, tales como:
Heridas no sanadas: maltratos, infidelidad, rechazo, baja autoestima, bullying.
Duelos no elaborados: ruptura de pareja, muerte de un ser querido, pérdida de un puesto de trabajo o emigrar a otro país.
Traumas: accidentes, diagnóstico de enfermedades, abusos sexuales, hechos catastroficos, abortos espontáneos.
Tu dolor es real, y también lo es la posibilidad de atravesarlo acompañado. Hablar es un acto de valentía, y escuchar sin juzgar puede ser un acto que salve vidas.
El camino hacia la esperanza no siempre es rápido ni sencillo, pero existe. Con ayuda profesional, apoyo social y espacios de comprensión, es posible transformar el sufrimiento en un proceso de sanación. La vida no deja de tener valor en medio del dolor; más bien, es allí donde más necesita ser cuidada.
Por ZERA psicología y Psicosentir y Actuar.



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